El fútbol sudamericano ya tiene su Locarno suizo, es decir, un equipo pequeño y a años luz de las potencias continentales, pero que paradójicamente les vende futbolistas de primer nivel a clubes extranjeros, entre ellos algunos grandes de la Argentina. Esta curiosidad, que se hizo famosa hace algunos años cuando varios jugadores de nuestro país –entre ellos Gonzalo Higuaín– pasaron a figurar en Locarno aunque jamás hayan militado en esa minúscula entidad de la Primera B de Suiza, se repite ahora mucho más de cerca con Unión San Felipe de Chile. Se trata de un equipo sin gran trascendencia popular que desde hace varios años participa en el Ascenso trasandino y que, sin embargo, acaba de transferir al fútbol argentino a uno de los jugadores más renombrados en el receso: Ignacio Piatti era pretendido por River y por Boca, pero cuando quedó libre de Gimnasia La Plata fue comprado por Unión San Felipe y de inmediato pasó a préstamo a Independiente. Piatti, por supuesto, jamás jugó en Chile, de la misma manera que Higuaín, Claudio López, Nicolás Cabrera, Gustavo Cabral, Fernando Beluschi, Augusto Fernández, Domingo Salcedo y Marcos Cáceres jamás lo hicieron en Locarno. El tema suena polémico, pero es legal: la FIFA prohíbe a personas físicas tener los derechos deportivos de un jugador, por lo que los grupos inversores que compran los pases de los futbolistas deben inscribirlos en un club –de cualquier categoría y de cualquier país– para realizar esas transferencias. Y allí entra en escena Unión San Felipe, de Chile, que está dirigido por una sociedad anónima con capitales argentinos. Hace ya más de diez años, el modesto Racing de Montevideo también inscribía pases de jugadores millonarios y hacía de puente para una futura transferencia.
Piatti no es el único jugador que acaba de atravesar la cordillera desde Unión San Felipe para reforzar a un grande de la Argentina. El delantero Víctor Meza también tuvo un paso fantasmagórico por ese club chileno, en el que tampoco jugó ni un minuto. San Felipe le pagó 200 mil dólares a Sportivo Italiano para comprar al delantero, que de inmediató pasó a San Lorenzo.
Pero San Felipe no sólo le vende jugadores –que, se insiste, jamás jugaron en su club– a clubes argentinos. El fenómeno también se extiende a equipos brasileños de primer nivel, como el Corinthians, que acaba de comprar a Luis Figueroa, uno de los futbolistas preferidos por Marcelo Bielsa. Figueroa pasó a ser compañero de Ronaldo y Defederico desde el Colo Colo, pero insólitamente su ficha siempre perteneció al San Felipe. Otros clubes de la Primera de Chile, por supuesto, también se alimentan con futbolistas que pertenecen a ese humilde equipo de la Primera B local.
El presidente de la sociedad anónima que dirige el equipo es el argentino Raúl Delgado, ex secretario de medios de Carlos Menem, que en nuestro país ya estuvo a cargo de Almirante Brown de Arrecifes. Fue en 2003, cuando ese club jugaba en la B Nacional, y la experiencia no terminó bien. En la actualidad, San Felipe marcha tercero y con chances de subir a la Primera, pero los hinchas todavía miran con cierto recelo a los empresarios argentinos, a tal punto que el mismo Delgado publicó una carta en la que adelantó que, si sigue recibiendo críticas, podría dejar la presidencia. Delgado, además, sería el propietario de algunos futbolistas que juegan en nuestro país. Se dice en San Lorenzo que, por ejemplo, posee el 20% del nigeriano Felix Orode. Y también trascendió que habría tenido una porción del pase de Gonzalo Bergessio.
El único punto que podría romper con las reglas de la FIFA está en uno de los directores de San Felipe, el también argentino Omar Cerigliano, quien durante muchos años fue agente de jugadores de la FIFA. Hace un año, Cerigliano aseguró que ya se había dado de baja, pero en la web de la FIFA sigue mostrándolo como agente oficial. No sería un tema menor, ya que el órgano rector del fútbol mundial prohíbe esa dualidad.
(FUENTE: criticadigital.com)