El partido por cuartos de final del mundial México '70 es considerado por los especialistas, como uno de los mejores partidos de toda la historia de los mundiales y el epítome del "juego bonito"; aquel partido enfrentó a dos alineaciones históricas del fútbol de todos los tiempos: la selección peruana que llegaba a esas instancias como la revelación del mundial, clasificando tras eliminar a la Argentina por primera y única vez en las eliminatorias, y tras voltear el partido a Bulgaria, apabullar a Marruecos y caer luchando ante Alemania; su contraparte , Brasil alineaba al mejor combinado de su historia, plagado de auténticos "monstruos".
Los jugadores peruanos soñaban con ganar el partido, pero una discusión se instaló casi de inmediato en la concentración peruana: quién iba a intercambiar camiseta con Pelé. Todos querían tener la camiseta número 10 de la verde-amarelha. El más entusiasta era la estrella peruana, Pedro Pablo "perico" León. Desde que Perico apareció en el fútbol había sido catalogado como “el Pelé peruano” y siendo uno de los que más experiencia tenía, creyó tener el privilegio para obtener la 10 de Pelé. Así, al comenzar el partido, Perico se le acercó a Pelé con las palabras mágicas: “al final cambiamos camiseta”.
Ese 14 de junio, en Guadalajara, Perú tuvo un buen partido en ofensiva, pero la superioridad del rival y errores en defensa (y del arquero) pusieron a Brasil adelante 4-2. De pronto, cuando faltaban 5 minutos para que acabe el partido, con el marcador casi definido, inexplicablemente un jugador peruano empezó a hacer una marca personal asfixiante a Pelé. Ese jugador era nada menos que Ramón "El Cabezón" Mifflin, quien corrió esos últimos minutos al lado del ídolo brasileño ante la extrañeza de todos. Apenas el árbitro pitó el final, Mifflin se sacó la rojiblanca y se la dio a Pelé quien no tuvo más remedio que entregar su camiseta 10 al “Cabezón”.
Cuando Perico León se aproximó a Pelé para cambiar camisetas, Mifflin ya tenía la 10 del astro brasileño en sus manos y no pensaba dejarla por nada del mundo. Mifflin se metió corriendo al camerino sin escuchar siquiera los reclamos de Perico. Cuentan que Perico se molestó tanto con el gesto del “Cabezón” que no le habló por varios días. Al final Mifflin se salió con la suya, pues la camiseta de Pelé aún continúa en el ropero de su casa como uno de sus tesoros más valorados.
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ResponderEliminarPTM !!! UNO VA A LA CANCHA A SACARSE LA MIERDA A VENCER AL RIVAL NO A CAMBIAR CAMISETAS ... PTM LLEGAN AL PINCHO.
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