El año 2004 fué un año de sorpresas deportivas: un club palestino fue campeón de Israel, por primera vez en la historia, y por primera vez en la historia un club checheno fue campeón de Rusia.
El club árabe Bnei Sakhnin y el club checheno Terek Grozny, flamantes campeones de Israel y de Rusia, tenían (y tienen), algunas cosas en común: se trata de equipos que de alguna manera representan a pueblos que no tienen el derechos plenos, que padecen la maldición de vivir sometidos a banderas ajenas, de pueblos despojados de su soberanía, bombardeados y humillados,... y por si todo eso fuera poco, son equipos modestos, desconocidos o casi, sin ningún jugador famoso, y pobres.
En realidad, ni siquiera tienen estadio. Nunca juegan en casa, nunca son locatarios. Son equipos errantes, condenados a jugar en tierras extrañas y ante tribunas vacías: en la aldea de Sakhnin, en Galilea, nunca hubo un estadio ni cosa semejante, aunque el gobierno israelí lo ha prometido varias veces. El Terek jugaba en el estadio de Grozny, que está clausurado desde que los independentistas chechenos colocaron, allí, una bomba bajo la butaca del presidente impuesto por los rusos.
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