Cada mundial tiene sus anécdotas, y los fanáticos que siguen sufridamente a sus seleccionados, muchísimas más, y la que paso a relatarles, supera con creces, a cualquiera de las ocurridas en el Perú.
Al mediodía del 20 de setiembre de 2005, un avión desconocido sobrevoló a bajísima altura la ciudad de Piura, sede del grupo D del mundial juvenil sub-17, haciéndose disparar la alerta roja de la ciudad, desde radares, Fuerza Aérea, bomberos y hospitales. Tras infructuosos intentos para hacerse comprender por radio, finalmente lograron los empleados de control aéreo que aterrizara en el aeropuerto.
El avión era un Tri-Star L1011 de la compañía Air Rum, procedía de Gambia, y había hecho una escala horas antes en la ciudad de Belén en Brasil, para luego partir rumbo a Perú; ¡de pronto, más de 300 efervorizados hinchas gambianos repletaron el aeropuerto piurano!
Gambia había derrotado 3 a 1 a Brasil tres días antes, y el Presidente de Gambia, Yahya Jammeh (un dictadorzuelo de esos que abundan en el continente negro), no tuvo mejor idea que fletar un avión para los hinchas que quisieran animar a su selección, y responsabilizando de ellos - y de aventurita-, al funcionario Long Tambong Tamba.
¿Le tenían más miedo a no llegar al partido o a que su gobernante no viese a "su" barra en la tribuna?, no lo sé, pero lo que se sabe es que, al ver que no llegarían a tiempo si hacían escala en Lima, la tripulación del avión, simuló una emergencia y aterrizó en Piura: de hecho, no tenían ni autorización para volar al Perú (si así vuelan en Africa, mejor no voy a Sudáfrica 2010,...)
Tras una tremenda barahúnta, y tras un rigoroso control de migraciones en el aeropuerto, partieron al estadio para ver ganar a su equipo a Qatar por 3-1. Tras el partido los visitantes, abarrotaron cinco hoteles de Piura; para ese momento, los africanos ya se habían ganado al pueblo piurano: su alegría, sus cánticos y su peculiar forma de pintarse y vestirsede blanco, rojo, azul y verde (lo colores de su selección), los volvió centro de atención y presa ansiada de fotógrafos y periodistas.
Su avión quedó retenido en el aeropuerto, y al día siguiente, los africanos tuvieron que comparecer ante la fiscal provincial de Piura, Carolina Neyra, dado que la nave no estaba autorizada para aterrizar en el lugar. Mientras las autoridades buscaban un intérprete para hablar con los representantes africanos, los hinchas gambianos recurrieron a una ingeniosa manera de salir del apuro: comenzaron a cantar sus arengas en el tribunal. La alegre mezcla de cánticos tribales y euforia de barra hizo las delicias de la prensa y la jueza, la cual sólo les pidió que regularizaran su situación.
Tres días después, la alegre barra arribó a Lima, dispuestos a alentar a sus parciales en su partido contra Holanda: ni que decir que aparecieron entrevistados en todos los noticieros televisivos, ya que se habían vuelto las celebridades del torneo. Lamentablemente, Gambia sucumbió ante su rival por 2-0 y se despidió del mundial, pero no sin antes habernos dejado el imborrable recuerdo de su alegre barra.
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