El primer clásico del fútbol peruano acabó en escándalo, y desde ese instante se puede decir que la rivalidad Universitario-Alianza Lima quedó forjada para siempre. Alianza Lima estuvo en primera división desde los inicios de la Liga peruana, mientras que la flamante Federación Universitaria de Deportes, (posteriormente la "U"), de San Marcos había apenas logrado un año antes de este clásico, su ingreso a la primera división ¡sin pasar por terceras, segundas o ascenso! (un ejemplo claro de la calidad de abogados que se formaban entonces en los salones de la Universidad decana de América)
El día del partido, el equipo de Alianza Lima tenía dos puntos más que el de la Federación Universitaria. Los blanquiazules estaban en el primer lugar de la tabla de posiciones de la liguilla –un mini torneo final donde jugaron los cinco mejores equipos- con cuatro unidades. Mientras el cuadro aliancista había obtenido los títulos de 1918, 1919 y 1927; el de la universidad debutaba en un torneo oficial. El domingo 23 de septiembre de 1928 se enfrentaron los clásicos rivales por primera vez. Aquel primer clásico fue ganado por 1-0 por el equipo de los universitarios, con gol del habilidoso volante Pacheco a los 7 minutos del primer tiempo. Tras ese tempranero gol, los jugadores de ambos equipos se enfrascaron en una seguidilla de constantes acciones bruscas que poco a poco degeneró en más de una gresca.
El partido tuvo que ser suspendido por el árbitro uruguayo Julio Borelli nueve minutos antes de cumplirse el tiempo reglamentario, ya que los aliancistas se habían quedado con seis jugadores tras las expulsiones de Miguel Rostaing, Juan Rostaing, Julio Quintana, Alejandro Villanueva, Alberto Soria, luego de que reclamaran de forma airada el cobro de un penal a favor de la Federación Universitaria. Pero allí no quedó el asunto, la gresca se trasladó a las tribunas de madera del viejo Estadio Nacional, donde el jugador aliancista Filomeno García por su juego excesivamente brusco es el más increpado desde la tribuna por un grupo de universitarios simpatizantes del equipo estudiantil -en su mayoría jóvenes de la alta sociedad limeña, y que fueron al partido luciendo traje, escarpines, guantes, gorra y bastón-, hicieron que este reaccionase, generándose una gresca.
Cuando los aliancistas fueron en defensa de su compañero, lanzando patadas contra los hinchas tan bien vestidos, los aficionados rivales les agarraron a bastonazos. La imprudencia y temeridad de los jugadores aliancistas hizo que para contrarrestar la protesta del público, se treparan a las tribunas. El público los repelió a puñetazos y el escándalo cobro mayor intensidad. La discusión creció tanto que el público se arremolinó provocando la intervención de la policía. Como anécdota entre los jugadores aliancistas el único que se salvó de la crítica de la prensa es Montellanos, a quien consideran caballeroso y pulcro. Así acabó el clásico. Con los universitarios festejando por las calles de Lima el triunfo de 1-0 y los jugadores de Alianza sancionados por el escándalo. Es así como aquel primer partido entre aliancistas y universitarios, quedó bautizado como el "Clásico de los Bastonazos".
La Federación de fútbol sancionó a los jugadores de Alianza por el escándalo, suspendiendo a Miguel Rostaing y a Julio Quintana, sin embargo, estas sanciones no se cumplieron. Los universitarios pidieron que los aliancistas estuvieran en los partidos de desempate. Y es que tras el triunfo, los universitarios igualaron a Alianza en el primer lugar del campeonato y debieron jugar dos partidos adicionales para definir al campeón de 1928.
El día del partido, el equipo de Alianza Lima tenía dos puntos más que el de la Federación Universitaria. Los blanquiazules estaban en el primer lugar de la tabla de posiciones de la liguilla –un mini torneo final donde jugaron los cinco mejores equipos- con cuatro unidades. Mientras el cuadro aliancista había obtenido los títulos de 1918, 1919 y 1927; el de la universidad debutaba en un torneo oficial. El domingo 23 de septiembre de 1928 se enfrentaron los clásicos rivales por primera vez. Aquel primer clásico fue ganado por 1-0 por el equipo de los universitarios, con gol del habilidoso volante Pacheco a los 7 minutos del primer tiempo. Tras ese tempranero gol, los jugadores de ambos equipos se enfrascaron en una seguidilla de constantes acciones bruscas que poco a poco degeneró en más de una gresca.
El partido tuvo que ser suspendido por el árbitro uruguayo Julio Borelli nueve minutos antes de cumplirse el tiempo reglamentario, ya que los aliancistas se habían quedado con seis jugadores tras las expulsiones de Miguel Rostaing, Juan Rostaing, Julio Quintana, Alejandro Villanueva, Alberto Soria, luego de que reclamaran de forma airada el cobro de un penal a favor de la Federación Universitaria. Pero allí no quedó el asunto, la gresca se trasladó a las tribunas de madera del viejo Estadio Nacional, donde el jugador aliancista Filomeno García por su juego excesivamente brusco es el más increpado desde la tribuna por un grupo de universitarios simpatizantes del equipo estudiantil -en su mayoría jóvenes de la alta sociedad limeña, y que fueron al partido luciendo traje, escarpines, guantes, gorra y bastón-, hicieron que este reaccionase, generándose una gresca.
Cuando los aliancistas fueron en defensa de su compañero, lanzando patadas contra los hinchas tan bien vestidos, los aficionados rivales les agarraron a bastonazos. La imprudencia y temeridad de los jugadores aliancistas hizo que para contrarrestar la protesta del público, se treparan a las tribunas. El público los repelió a puñetazos y el escándalo cobro mayor intensidad. La discusión creció tanto que el público se arremolinó provocando la intervención de la policía. Como anécdota entre los jugadores aliancistas el único que se salvó de la crítica de la prensa es Montellanos, a quien consideran caballeroso y pulcro. Así acabó el clásico. Con los universitarios festejando por las calles de Lima el triunfo de 1-0 y los jugadores de Alianza sancionados por el escándalo. Es así como aquel primer partido entre aliancistas y universitarios, quedó bautizado como el "Clásico de los Bastonazos".
La Federación de fútbol sancionó a los jugadores de Alianza por el escándalo, suspendiendo a Miguel Rostaing y a Julio Quintana, sin embargo, estas sanciones no se cumplieron. Los universitarios pidieron que los aliancistas estuvieran en los partidos de desempate. Y es que tras el triunfo, los universitarios igualaron a Alianza en el primer lugar del campeonato y debieron jugar dos partidos adicionales para definir al campeón de 1928.
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